Síndrome postvacacional de Navidad

MEGAN FOX

Las vacaciones de Navidad, ya están a punto de llegar a su fin, y como es natural, la adaptación a la nueva rutina, como siempre, supone un esfuerzo para la mente y para el organismo. Como todo cambio, cualquier persona necesita unos días para instalarse nuevamente en la actividad profesional del 2013.

Sin embargo, las vacaciones de Navidad tienen un matiz añadido que hacen de estas fiestas unas vacaciones diferentes. En primer lugar, existen personas que ya están saturadas de estar con tanta familia, es decir, existen personas que tienen sobredosis de familia, por ello, el regreso a la oficina se convierte en una liberación para quienes no soportan tener que sentarse a la mesa con el cuñado o con la suegra.

De hecho, la convivencia tan intensa de estas fechas también propicia conflictos de pareja habituales. En cambio, en la rutina semanal, cuando cada uno pasa ocho horas en el trabajo, entonces, se disfruta más de verdad el tiempo que se pasa en común.

La Navidad en sí misma es una época que tiene poco que ver con otras épocas del año: adornos en las calles, mucho tiempo en familia, un ambiente festivo, tendencia a las compras y a los regalos, comidas abundantes… Todo esto se disfruta durante unos días en su fase inicial, pero al final, la Navidad se hace larga, por ello, incluso existen personas que añoran el regreso a la oficina, el reencuentro con los compañeros de trabajo y los planes con los amigos.

El síndrome postvacacional de la Navidad puede notarse durante los primeros días de trabajo en forma de pereza en la oficina, cansancio y pensamiento negativo. Sin embargo, como estas vacaciones son más breves que las de verano, los síntomas también son menores.

Lo importante es intentar que este tiempo vivido en familia, la intensidad de estos días, sea para ti un bagaje emocional a la hora de disfrutar nuevamente del trabajo, pero eso sí, con el cariño y el afecto recibido a lo largo de estos días.