Cómo curar tu pena interna

Las penas son un dolor que está ahí en el corazón y que no por hacerles más caso, se resuelven antes. Cuando nos obsesionamos con algo que nos ha pasado y no somos capaces de avanzar y de ir más allá, entonces, agravamos el problema mucho más porque nos volvemos egocéntricos y egoístas. La vida tiene sus heridas, sus giros inesperados, sorpresas desagradables y momentos duros. Pero la vida también tiene momentos maravillosos que no puedes disfrutar si sigues focalizando toda tu atención sobre esa situación que te duele ahora mismo.

Para curar tu pena interior es importante que recuerdes que no existen parches inmediatos como los existentes para curar las heridas físicas. Es decir, no existe agua oxigenada, tiritas, ni nada semejante para paliar el dolor interior sino que eres tú mismo quien tienes que cubrir todas esas heridas con capas y capas de amor para poder curar el dolor y el resentimiento lógico y natural que surge después de haber sufrido un daño importante.

Una pena se puede volver gigante cuando no la resuelves a tiempo. Pero para resolver una situación no tienes que paralizar tu vida en toda su amplitud. Es vital que sigas viviendo y poniendo el foco de atención en otras realidades y en otras situaciones.
Para curar tu pena a nivel interno, escucha tu corazón para saber exactamente qué te pasa y después, elabora un plan de acción para aliviar todas esas heridas que te molestan y te queman por dentro.

Las penas necesitan ser contadas y exteriorizadas, por ello, no te guardes todo tu dolor y tu tristeza para ti porque puedes empeñarte en cargar con un peso demasiado grande y demasiado pesado. Por tanto, disfruta de la vida, sé feliz y ten paciencia porque las cosas no siempre son como uno quiere. Lo importante es que siempre existe una luz y una esperanza al final del túnel.

Haz el bien a tu alrededor porque ese bien, tarde o temprano, también volverá a ti.