Cómo reconocer nuestros miedos inconfesables

Miedo a conducir solo, al color amarillo o a permanecer dormidos. Muchos los padecen en secreto por vergüenza o para evitar ser tachados de `bichos´ raros, lo que hace que los problemas se agraven. Hablamos de las fobias poco comunes. Para la mayoría, cuando nos preguntan por miedos o fobias, automáticamente pensamos en animales o en determinadas situaciones como quedar encerrados en lugares pequeños o a subir a un avión.

Sin embargo, existen otros temores irracionales y que permanecen de forma continuada en las personas, provocando distintos síntomas como ansiedad, fuerte sudoración o llegado el caso, verdaderos ataques de pánico. Para enfrentarse a ello, lo primero que debemos de tener en cuenta es que padecer una fobia o miedo no significa tener un desequilibrio mental: simplemente, recreamos una conducta adquirida y reaccionamos de distinta manera o de forma exagerada ante lo que consideramos amenazas para nosotros.

También es muy importante saber reconocer el miedo y ser conscientes de que no somos los únicos que los tenemos. Como las fobias son patrones de comportamiento, los expertos aconsejan acudir a terapia: las charlas motivacionales nos pueden ayudar a animarnos, a compartir experiencias, a relajarnos y a tratar de ir eliminado la respuesta excesiva al miedo.

Para aprender un poco más sobre estos miedos, os indicamos algunos de los más raros que podemos encontrar:

Crometofobia o plutofobia – miedo al dinero

Es poco común que -en pleno siglo XXI- haya personas a las que no les pueda gustar gastar dinero o poseer riquezas.

Las personas que lo sufren tienden a evitar la causa que les provoca el temor, en este caso manejar dinero, las personas adineradas o simplemente pensar en la opción de poder llegar a tener dinero. Como todas las fobias, ésta puede venir provocada por algún trauma relacionado con el dinero, algún evento que haya quedado marcado y que quizá hemos olvidado.

Una de las terapias más usadas para afrontar este temor es la de exposición, es decir, ir sometiendo poco a poco al sujeto a distintos estímulos.

Amaxofobia – fobia a conducir

Según el estudio La ansiedad y su influencia en los conductores españoles, elaborado por la iniciativa social de Audi en colaboración con la Universidad Autónoma de Barcelona, el 22% de los conductores españoles sienten ansiedad cuando se sientan al volante.

Según los psicólogos este miedo no viene provocado tanto por el miedo a sufrir un accidente, sino por el temor al comportamiento de otros conductores; que a la persona no le guste conducir o, directamente, que tras un mínimo uso del vehículo propio, la persona desarrolle un miedo al coche.

Ombrofobia o pluviofobia – miedo a la lluvia

Está muy relacionada con otra fobia como es la hidrofobia (miedo al agua); sin embargo, ésta no viene provocada por el miedo a ahogarse, sino por un pavor incontrolable a mojarse con el agua de lluvia por miedo a ensuciarse o a enfermar por las impurezas que ésta traslada.

Los especialistas señalan que puede ser detectada por la compra compulsiva de objetos para protegerse de la lluvia (paraguas, chubasqueros, etc.) que desarrollan estas personas.

Tampoco se puede confundir con la brontofobia o miedo a las tormentas, un temor que normalmente se desarrolla en la infancia por el sonido de los truenos o historias relacionadas con la caída de rayos.

Dendrofobia, miedo a los árboles

Pasear por el campo, algo que para la gran mayoría resulta un momento de relax y de esparcimiento, para algunas personas puede ser todo un infierno. La sufren aquellas personas que tienen auténtico pánico a rodearse de un ambiente natural: comienzan a sufrir problemas al respirar aire puro y muestran sudoración y ataques de pánico con todo lo relacionado con el mundo de los árboles: ramas, hojas, raíces, etc.

Según los profesionales de la psicología, esta es una de los trastornos más difíciles de reconocer y de tratar, ya que las personas raramente reconocen esta fobia como tal. Además, puede derivar hacia otros problemas más complejos de socialización, dada la imposibilidad de estas personas al esparcimiento en determinados lugares públicos.

Cómo superarlas

Cada persona es un mundo, y cada fobia debe de ser tratada de una forma determinada. Lo principal es querer superarla y lo más aconsejable siempre es ponerse en manos de expertos.

Los psicólogos nos ayudarán: en primer lugar a ser conscientes e identificar la fobia, a tratar de explicarnos cómo se ha instalado en nuestra vida y ayudarnos a enfrentarnos a nuestros miedos, así como controlar nuestra respuesta a ellos.
No lo olvides: no todo lo podemos solucionar por nosotros mismos.