El aceite de oliva: un tesoro de la dieta Mediterránea
Hablar de la salud implica también hablar de alimentación. O mejor dicho, de la influencia que tienen los alimentos que tomas sobre tu propio bienestar y el cuidado que ejerces sobre tu organismo. En general, una persona con un buen grado de autoestima se quiere, por ello, también se alimenta bien. Hoy día, muchas personas ante la dificultad que implica hacer frente al trabajo y al cuidado del hogar, no comen en condiciones. Este hábito no es preocupante cuando se produce de una forma puntual pero sí que lo es cuando se produce día tras día.
La Dieta Mediterránea muestra la calidad además del placer que acompaña a todo comensal que se sienta en la mesa. Un hábito muy positivo de salud es comer o cenar en familia, al menos durante varios días a la semana. Se trata de tener un tiempo y un espacio común en el que poder intercambiar impresiones y hablar sobre cómo ha ido el día. En general, muchos niños comen de lunes a viernes en el comedor escolar por lo que conviene aprovechar al máximo el fin de semana. Lejos de los horarios y de la rutina propia de la oficina.
Pues bien, el aceite de oliva nunca debe de faltar en tu casa. Es decir, este aceite es el mejor para cocinar por una sencilla razón: cuida y protege tu corazón. De este modo, te sentirás mejor por dentro. Este hábito de alimentación saludable debe ejercitarse desde la infancia.
El aceite de oliva es el mejor para freir ya que por su nivel de composición no se descompone ante las altas temperaturas propias del fuego. Además, siempre debes evitar la tentación de mezclar el aceite viejo de una botella que se está quedando vacío con el nuevo. Existen gran variedad de aceites en el mercado y a diferentes precios, sin embargo, en este producto en concreto, es mejor apostar por la calidad que es fuente de salud y bienestar en la elaboración de esos platos tan especiales con los que te gusta sorprender siempre a tu familia. El aceite de oliva, fuente de calidad y sabor.
Imagen: Entrepucheros