La Navidad es una época de emociones y sentimientos en todos los sentidos. A veces, en medio de la desesperación del desempleo, la mente se agarra a un clavo ardiendo. Sin embargo, lo cierto es que la lotería de la Navidad va mucho más allá de la economía y de la situación personal de una persona. Está vinculada con ese sueño de la magia, de tener un dinero extra por arte de magia con el que poder hacer maravillas.

Y es que, todo aquel que sabe lo que es sudar la camiseta por un sueldo para llegar a fin de mes con un trabajo duro, valora tanto el poder tener un premio de Navidad. Pero más allá de ser o no afortunado en estas fechas, el mero hecho de comprar lotería y de apostar por la magia ya reporta algo de ilusión a nivel anímico. Por supuesto, luego puede llegar la decepción en caso de no obtener ningún premio y haber gastado una cantidad excesiva en lotería. En ese caso, conviene recordar, como siempre, que el dinero no hace la felicidad.

Es decir, que tu bienestar no depende de aquello que tienes sino de quién eres. Y es que, en esencia, para ser feliz no necesitas tener nada más que lo justo y necesario. La ilusión por la lotería de Navidad mueve el corazón de muchas personas puesto que un número puede cambiar el destino de algunos afortunados. Sin embargo, lo cierto es que esta alegría una vez pasado el tiempo desaparece. Es decir, no reporta un gozo eterno en tanto que la rutina pronto vuelve a mostrar nuevos conflictos e insatisfacciones.

El dinero causa alegría cuando se tiene y tristeza ante su ausencia. De ahí que la pobreza sea un foco de sufrimiento en tanto que además, es muy difícil salir de ella. Muchas personas duermen en la calle en medio del frío del otoño porque no tienen un techo en el que descansar.

La verdad es que el dinero no hace la felicidad pero está claro que ayuda mucho. ¿Cuál es tu opinión al respecto?

Imagen: La ciencia y sus demonios