Los malos hábitos alimentarios

Cada día comemos más fuera de casa y seguimos dietas inapropiadas. Es evidente que la crisis modifica nuestros hábitos de un modo bastante particular.
La cuestión de cómo nos alimentamos implica diversas interpretaciones. Paradójicamente, a pesar de la crisis, solemos salir más y comemos mal, pues la dieta mediterránea está experimentando un gran retroceso en nuestras casas. La abundancia de verduras, carnes, arroces y pescados va disminuyendo constantemente. De igual manera, estamos acostumbrados a picar entre horas, desarrollando una indisciplina alimentaria en verdad preocupante.
En cuanto a la disciplina, a la hora de comer el pescado y las verduras tienen mala fama tanto en su preparación y como en el disfrute de los mismos. Es sabido que un plato de pasta con abundante salsa es más cómodo de elaborar y más apetecible, aunque lejos se esté de comer sano.
Los restaurantes temáticos, como por ejemplo los de comida japonesa, vegetariana, etc, poseen una gran aceptación entre los consumidores selectos. Sin embargo, lo más frecuente es que comamos en un bar, en especial a la hora del almuerzo.
De este modo, los signos de una mala alimentación son baja calidad de lo que ingerimos, rapidez y poca reflexión.
Aprender a comer es aprender hábitos para saber lo que necesita nuestro cuerpo y utilizar los alimentos como aliados para estar saludables. Al margen de saber qué comemos, es necesario respetar todas las comidas y fijar horarios. Por estar con prisa, con frecuencia podemos saltarnos el desayuno y, al llegar el mediodía, darnos el atracón. O también a veces solemos saltarnos la cena porque creemos que vamos a engordar. Lo cierto es que cada una de las comidas posee su importancia.

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